8-3-2010 Fin del viaje

Posted in Viaje with tags on 12 marzo, 2010 by viajeindia10

Dos de la madrugada en el aeropuerto de Delhi. Supongo que a mi llegada a España podré reflexionar sobre todo lo vivido durante estos 15 días. Un auténtico periplo humano, un viaje a la esencia de India: sus gentes.

La mayoría de las fotografías están basadas en los personajes que he ido encontrado en la ruta. Alegría, tristeza, esperanza, incertidumbre, curiosidad…En ocasiones las lentes del objetivo no daban abasto para capturar todo aquello que se presentaba delante de la cámara. Ha sido un desgaste emocional ya que por un lado uno se alegra de poder ser espectador de tantos acontecimientos, aunque por otro lado, en muchos momentos, quizás demasiados, los sentimientos hay que congelarlos, aislarlos, ocultarlos en lo más profundo de uno para evitar sufrir ante todo lo que nos rodea.

Soy de los que seguiré viajando a este país, pero en la próximo ocasión lo haré para cambiar el escenario. Será el mundo rural, aquel por el que en esta ocasión he pasado sin poder sentir, aquel que sólo he visto desde las ventanillas de un tren o de un coche. Aquel en el que las sonrisas se sitúan en otra dimensión mostrando la importancia que supone el contacto del ser humano con los espacios naturales, aquellos que cada vez cuesta más encontrar y disfrutar.

No soy de esos occidentales que van por las calles descalzos, con largas coletas de pelo (difícil en mi caso) y envueltos en telas naranjas y amarillas para integrarse más con sus gentes. Creo que hay que intentar conservar la objetividad conforme a las raíces que uno tiene. Probablemente esa sea una buena formula para absorber lo mejor de ambas culturas.

Quiero agradecer los comentarios por email a muchos de los que han ido siguiendo estas crónicas a través de mis envíos o del blog. En el blog han censurado algunas de las fotos que he ido mandando por atentar contra la intimidad de las personas. Quienes censuran desconocen que esos Shadus son una especie de santones que siempre van desnudos, una manera de integrarse más profundamente con la Tierra.

Llega la hora de embarcar en el avión y así salir o escapar, no sabría decir cual de las dos palabras es la más acertada, de este universo humano. India se vuelve a dormir.

7-3-2010

Posted in Viaje with tags , , , , on 11 marzo, 2010 by viajeindia10

Recorrer esta región, alejada de núcleos urbanos importantes, es una especie de consuelo para nuestros sentidos que poco a poco se han ido habituando al caos. Salimos en coche hacia Jhunjhunu recorriendo la región de Shekhawati, posiblemente el mayor museo de pinturas murales de edificaciones al aire libre existente en el mundo. Por doquier nos encontramos Havelis, templos y fuertes exquisitamente decorados. Es como si sus propietarios quisiesen rellenar sus paredes de todos aquellos colores de los que carecen en el paisaje circundante.

Hasta el 1820 la mayoría de los frescos fueron financiados por los Rajputs. En ellos aparecen temas referentes a la religión, al folklore, a héroes locales  o a eventos históricos.

Viendo el tipo de vida que lleva la gente en el mundo rural, me hace pensar nuevamente sobre el porqué de la decisión de muchos campesinos a trasladarse a las grandes ciudades. Delhi, por ejemplo, es un monstruo que parece arrastrar hacia sus tripas de miseria a millones de personas que viven en situaciones realmente inhumanas. Y no hablo de Bombay o Calcuta que es el súmmum de la degradación física. Sin embargo, resulta sorprendente la adaptación espiritual a la realidad que les ha tocado vivir. Además, en las ciudades he observado otra cosa que me ha llamado mucho la atención: la inexpresividad de gran parte de la población. Las emociones parecen desaparecer u ocultarse bajo la sórdida historia personal de cada uno de ellos.

La llegada a Jhunjhunu es un poco deprimente. Construcciones de cemento, arquitectura caótica e impersonal y el echo de no encontrar un restaurante para comer, no son el mejor recibimiento de una ciudad de la que esperábamos más. Al final nos indican lo que parece ser el mejor restaurante. Se encuentra sobre la terraza del edificio más alto de esta localidad.

Conseguimos, después de varios minutos de ensayos, que el camarero entienda que queremos comer unas pizzas. Aquí los únicos extranjeros los deben ver en las películas y no en muchas ya que la producción nacional de Bolliwood es tan amplia que copa todas las emisiones televisivas y cinematográficas.

En un lugar como éste no se pueden correr riesgos. Todo lo que no sea pizza sólo es apto para indios o para aquellos a los que la palabra picante “les ponga”. En este país y sobretodo en las zonas que recorremos, mi menú es muy parecido al de Chita. Sobrevivo a base de plátanos, galletas y pasta.

La situación ha conseguido nuevamente desequilibrar a Encarna que decide regresar a Mandawa para desde allí buscar un coche de alquiler con conductor con el que trasladarse a Delhi. Creo que Encarna pertenece al grupo de los monoviajeros indios, es decir, aquellos que sólo pisan este país una vez en su vida. Probablemente, en el futuro buscará otro lugar del planeta en el que poder encontrar aquello que la impulso a venir a esta tierra. Ni siquiera el cruce de un pavo real en nuestro camino, según ella señal de buen augurio, parece haberla traído buena suerte. Creo que su impulsiva decisión de regresar a Mandawa le costará caro, y nunca mejor dicho. Mañana lo sabré, si es que volvemos a verla.

Acordamos con un conductor un vehículo para que nos traslade mañana a una estación de ferrocarril y desde allí continuar en un tren hacia Delhi. Una vez resuelta la manera de proseguir el viaje, nos dejamos llevar por el destino. Las imágenes que aparecen ante nosotros son como brújulas que parecen guiar  nuestra dirección. Callejuelas estrechas y  rebosantes de vida por las que fluyen multitud de personajes: mujeres con cantaros sobre sus cabezas, niños que nos asaltan para que les fotografiemos o un indio que nos invita a su casa a tomar un café, son escenas callejeras que nos sumergen en la vida de este pueblo.

La casa de Raju no es como  las otras, ni sus modales tampoco. Mientras esperamos que su mujer nos prepare el café, nos presenta a sus hijos que no llegan a los 30 años. Uno es médico y el otro ingeniero, pero al igual que él viven en Suiza. Ahora entiendo porqué María casi se desmaya al  probar ese café que evidentemente no es al que ella estaba acostumbrada desde que plantó los pies en India. Probablemente con su sueldo, Raju será un ciudadano medio en Suiza, sin embargo en India es todo un potentado.

Es de noche mientras deambulamos por el casco antiguo descubriendo las maravillas de arquitectura escondida en esta desconocida ciudad. Entramos en un templo y uno de sus vigilantes o sacerdotes, después de indicarle mi interés por las fotografías antiguas, me regala un marco con una foto que parece una imagen sacada de la Sábana Santa. Realmente me hace mucha ilusión haber recibido este cuadro que sin lugar a dudas tendrá un lugar especial dentro de mi colección de fotografías.

Son ya las doce de la noche cuando nos acostamos. Mañana Delhi.

6-3-2010

Posted in Viaje with tags , , , , on 10 marzo, 2010 by viajeindia10

Nueva jornada y nuevo cambio de planes. Alicia y Antonio se quedan en Jaipur y el resto nos alquilamos un coche para recorrer los 250 kilómetros que nos separan de Mandawa. Viajar en autobús hubiese supuesto  llegar mucho más tarde y perder horas preciosas en los pequeños pueblos del norte.

La ruta se ha hecho corta porque una vez más y al más puro estilo indio, nuestro conductor ha conseguido burlar las leyes de la métrica. Es posible que cuatro vehículos que suman un total de aproximadamente 8 metros puedan adelantarse y cruzarse a la vez en una carretera cuya anchura no supera los 7 metros?. La respuesta lógica es NO. Pero aquí no estamos en un mundo lógico, tal y como nosotros lo entendemos. Las mediciones llevan extrañas reglas que convierten las distancias en algo supeditado a las necesidades de supervivencia que cada ocasión requiera.

Para evitar tener que concentrarnos en exceso en la película de suspense y acción que aparece en nuestros parabrisas, decidimos hablar de cualquier cosa. Encarna nos desvela algunas de las razones por las que decidió viajar a la India. Razones que por espirituales, místicas o cósmicas nos separan del mundo de creencias en el que ella se encuentra. Personalmente me encuentro mucho más cercano de la tierra, del día a día y del mundo que me rodea, que de pensamientos y corrientes relacionadas a posiciones de astros, entes superiores o profecias mayas, sijs, budistas o de indios americanos concernientes a inminentes hecatombes de la humanidad.

Pero lo realmente cercano es lo que importa. La llegada a Mukundgarh me sumerge de inmediato en el mundo que me fascina de este país. Un pueblo surgido de la época medieval en el que inusualmente reina la paz y el silencio. Una espectacular arquitectura  presidida por los Havelis, una especie de riads marroquíes al estilo indio. Unos palacetes magníficamente decorados en su exterior e interior.

Las puertas abiertas de uno de ellos y mi curiosidad me introducen en el interior de uno de ellos. Allí, en una paz casi celestial, reposan sobre colchones tres ancianos, únicos ocupantes de esta joya arquitectónica. María, Luciano y yo somos invitados a recorrer sus dependencias. No puedo creer la suerte que tenemos al poder entrar en este túnel del tiempo. Sin embargo, lo mejor no fue la arquitectura. Uno de los ancianos con su mirada y sus abrazos agradeciendo nuestra presencia, consiguió cargarme de una energía positiva que hacía mucho tiempo no sentía. Sus ojos llorosos de alegría por sentir que alguien le hacía caso y le daba cariño, consiguieron humedecer aun más los míos. Realmente sentí una maravillosa sensación de ternura y cariño.

En Mandawa ya hay presencia de turismo, y eso se nota, lo cual no quita que sus increíbles mansiones palaciegas decoradas a base de frescos (Havelis) y en las que todavía habitan familias me dejen con la boca abierta.

Nos alojamos en un Haveli transformado en hotel, solución que han dado muchos dueños de este tipo de construcción para poder hacer frente al coste de conservación que estas construcciones llevan consigo. Dormir en uno de ellos es como sentirse una especie de Maharaja en pleno siglo XXI.

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5-3-2010

Posted in Viaje with tags , on 9 marzo, 2010 by viajeindia10

La temperatura va en aumento dentro del coche que hemos alquilado para llevarnos a Jaipur, y no precisamente por efecto del sol. Es increíble lo que se puede observar del comportamiento humano cuando se nos saca varios días de nuestro entorno y se nos somete a convivir en situaciones no habituales, sobre todo seis personas de su padre y de su madre dentro de una lata de sardinas.  Bueno, para ser exacto, siete personas ya que el chofer también se ha visto implicado en esta especie de Gran Hermano en versión hispano-india.

El conductor es un personaje  hecho de otra pasta. En ocasiones pienso si es una figura de cera al sorprenderme una y otra vez por su inexpresivo comportamiento. Sin él saberlo, su actitud ha sido el desencadenante de la salida de los monstruos que todos llevamos dentro.

Luciano, cien kilos de buena persona, se encuentra sentado de copiloto ausente con sus cascos en busca de música con la que montar el video que está realizando del viaje. En la siguiente fila del escenario se encuentran Antonio, pareja de Alicia antes del inicio de este periplo, meditando en sus cosas y seguramente en cómo sobrellevar los pocos días que le quedan hasta llegar a España. La verdad es que Antonio es un buen compañero de viaje, de aquellos que aceptan las situaciones que se presentan con la mejor cara aunque éstas no vayan a su favor. En medio María, pareja de Luciano. Como dice el refrán, Dios los cría y ellos se juntan. Empezó el viaje sin adaptarse a este país y ahora sólo le falta pedir la residencia. Con ella uno se asegura el  no recibir puñaladas por la espalda. Es clara, sincera y sobre todo, “buena gente”. Detrás del chofer estoy yo, evidentemente yo no puedo hablar de mí mismo ya que en la mayoría de las ocasiones no sabría ni qué decir. Puede que en estos momentos sea algo más parecido al conductor, es decir, parece que todo lo que me rodea a nivel convivencia no vaya conmigo.

Y por último, en el gallinero, Alicia, amiga desde hace muchos años. Cuando está relajada es un cielo, sin embargo, cuando tiene hambre se le retuercen las tripas de tal manera (nunca mejor dicho) que hasta sus monstruos se escapan en estampida. Lo malo es que éstos se convierten en una especie de tsunami que arrasa todo lo que encuentra a su paso. Y ya sólo nos queda el último actor de esta función rodante, nada más y nada menos que nuestra figura estelar, Encarna. Lo de figura estelar tiene su doble visión ya que ansía llegar a Jaipur para recibir energías desde el observatorio astronómico de la ciudad, uno de los más grandes de India Su resurgimiento de las cenizas ha sido impresionante. Alicia ha encontrado en ella un buen aliado para poder controlar el mundo.

-Please, el aire acondicionado.

– No, es mejor la ventanilla bajada.

– Estoy cansada de la polución y el aire acondicionado lleva filtros.

– Este aire acondicionado huele fatal.

– Quiero parar ahora mismo a comer algo y estirar las piernas.

– Mejor esperar a llegar a Jaipur, sólo quedan 14 kilómetros.

– Claro y dentro de poco sólo quedarán 2. Quiero parar ya¡

– Vamos a buscar el hotel que nos han recomendado.

– No, porque seguro que es una mierda. Que nos deje en el centro y lo buscamos nosotros.

– Aprovechemos el coche hasta las 6 de la tarde y vayamos a visitar un pueblo de las cercanías de Jaipur.

– No, vayamos a la Oficina de Turismo a que nos recomienden hoteles.

– Dejemos al conductor que busque el hotel.

– Pero no ves que no lo encuentra, que es un inepto. Y vosotros lleváis 15 días viajando…

El pobre conductor que además no entendía casi inglés, debe sentirse preso en una leonera a punto de ser devorado. La situación que se creó fue tan surrealista que hasta ni yo me la creo mientras la estoy recordando para narrarla.

Al final, hubo hoteles para todos los gustos. Tres estamos en uno, dos en otro y Encarna en un tercero. Y lo mejor, los hoteles están uno pegado al otro.

Por la noche cenamos juntos en la terraza del hotel de Encarna. Monstruos dormidos y buen ambiente. Como si nada hubiese ocurrido. Así son los viajes, también existen finales felices. Y mañana???

Lo que nos quedaba de día también fue vivido en tres partes. Luciano, María y yo, fuimos a patearnos el casco antiguo en absoluto relax a pesar de la paliza de kilómetros y avalancha de vendedores que te asedian a cada paso. Estamos en uno de los puntos turísticos más importantes de India. Alicia y Antonio se fueron de compras en un rickshaw. Encarna se marchó a cumplir uno de sus deseos: montar en elefante.

Espero salir mañana de esta ciudad para llegar al mundo rural, a lugares en el que uno todavía puede sentir la esencia de esta cultura. Puede que lo mejor sea viajar en autobuses locales. Espero que esta integración no se convierta en una nueva bomba de relojería.

De izquierda a derecha Alicia, María, Antonio, Luciano y Encarna.

4-3-2010

Posted in Viaje with tags , , , on 8 marzo, 2010 by viajeindia10

Mundo de Sijs, los hombres de los turbantes eternos. Desde su nacimiento los varones nunca se cortan el pelo. Cuando son jóvenes el cabello se lo recogen en un moño sobre la frente. Más adelante ese moño se lo recubren con un turbante que sólo se quitan para lavarse el pelo.

Estamos en Bharaphur, provincia del Rajhastan. La ciudad destaca por sus murallas y fosos de agua, pero donde realmente se cuece la vida es en el barrio del mercado y las callejuelas aledañas. Los rickshaws viven en familia con sus propietarios, son como perros postrados delante la puerta esperando que su dueño salga por la mañana para sacarle a pasear. Después será una incierta jornada buscando a quién llevar para sacar las rupias de la supervivencia. Es increíble como estos aparatos de tres ruedas aguantan sobre un mundo de agujeros cargados hasta convertir a sus viajeros en auténticos equilibristas. Al menos sus propietarios se pueden considerar dichosos por poseer un vehículo a motor, no tienen que estar toda la jornada pedaleando como otros que al final consiguen menos rupias.

Mientras ellos se buscan la vida la mujer sigue en casa, en cuclillas y próxima al suelo. Es el destino por no nacer hombre. El fuego y el humo son compañía constante en sus vidas, aunque después de ver la vida de sus maridos no sé que es mejor.

Los juegos de colores y volúmenes lo invaden todo convirtiendo cada esquina en una bella composición. Son verdaderos artistas sin ellos saberlo. Raja el tendero del barrio me mira extrañado al verme fotografiar unas escaleras. Qué fotografías?. Esa es la pregunta que parece escapar de sus gestos de brazos y manos. Cuando le enseño la foto su asombro es todavía mayor. Supongo que la constante búsqueda de lo práctico para conseguir la comida diaria impide a sus sentidos encontrar la belleza ante lo cotidiano del mundo que les rodea. Pero claro, eso también tiene su parte positiva. Igual que no aprecian la belleza, tampoco ven la inmundicia.

Por cierto, ya he conseguido poner cara a nuestra enferma de Agra. Sorprendente el paso de ser una especie de trapo a ser un guerrero, o en este caso guerrera. Encarna ha salido del hospital y se ha venido con nosotros hacia Jaipur. Volamos hacia España el mismo día y ya no le da tiempo viajar a Benarés. Fuerte carácter el de esta mallorquina de la que por el momento prefiero no dar opinión ya que me cuesta entrever lo que se esconde tras esos ojos claros.

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3-3-2010

Posted in Viaje with tags , on 6 marzo, 2010 by viajeindia10

Se llama Encarna, es española, tiene treinta y tantos años y aun no la he visto la cara. La única imagen que tengo de ella son sus pies al descubierto, un brazo enganchado a la sonda del suero y su cuerpo tapado con una sábana en la UVI de un hospital privado de Agra. Mientras yo deambulaba por las calles, mis compañeros la encontraron postrada sobre la cama de una habitación del pequeño hotel en el que nos alojamos hoy.

Encarna salió de España con el objetivo de encontrarse en India con su profesor espiritual (Baba). Lo conoció en Mallorca y quedaron en Haridwar para asistir al Kumba Mela. De Haridwar viajó a Risikesh para recibir unos cursos de yoga. Después de varios días y cansada de tantos turistas, decidió abandonar a su Baba y dirigirse hacia Benarés. Su destino la hizo parar en Agra para visitar el Taj Mahal y el hambre la hizo pararse en un chiringuito a comerse un arroz. Gran error. La gastronomía de estos puestos destaca por estar bien aliñada con espíritus malignos.

Mis compañeras de viaje dicen que es una locura viajar a este país sola y además siendo mujer. No estoy muy de acuerdo en eso, aunque será mejor que espere a poder hablar con Encarna. Tengo curiosidad por saber que la mueve a lanzarse a este tipo de periplo. Yo he sido una especie de Encarna desde que pude moverme solo, pero, realmente ser mujer puede ser un freno para dar rienda suelta a la necesidad de descubrir?

Un tren nos transportó hasta Agra. Mis cuatro compañeros querían visitar el Taj Mahal, por lo que aproveché para intentar descubrir el interior de la ciudad, todo aquello que no está hecho para el turista, todo lo que realmente representa la esencia de este país, sus calles. Allí  uno descubre una forma de vida a la que es difícil acostumbrarse. Al principio me era complicado encontrar una temática que me sirviese de inspiración para fotografiar. La decadencia envuelve gran parte de la vida en India. En ocasiones pienso que una de las cosas por las que me gusta viajar a este país es para reafirmar la suerte que tengo de vivir donde me ha  tocado nacer. Casi con seguridad que los ojazos con los que me miran los niños, nunca verán un lugar de juego distinto al de las montañas de basuras que rodean sus casas. Su olfato se ha acostumbrado a un hedor que lo inunda todo y al que no me puedo acostumbrar. Una vez más hablo de esta parte de India que hace honor a su eslogan publicitario: Incredible India.

Y ante todo ese negativismo sobresale la parte humana de la gente, por eso me gusta patearme las callejuelas por las que a nadie se le ocurriría entrar. Todos quieren tocarte, llevarte a sus casas, invitarte a tomar un té o que les hagas fotos. Las mujeres, muy coquetas y presumidas, intentan llamar la atención, siempre que no las vea el marido, para que les haga una foto. Al igual que en la cultura árabe, la mujer vive bajo los velos de los que en ocasiones aparece un ojo dispuesto a escaparse y ver otro mundo, aquel que sólo pueden disfrutar a través de la parabólica.

Me paro en el barbero del barrio al ver el masaje facial y de cabeza que le está haciendo a un anciano. Al verme la cara de envidia me invita a sentarme en una silla de los dos metros cuadrados de su establecimiento. Evidentemente no habla inglés, pero nos comunicamos sin problemas. Le digo que me gustaría recibir un masaje pero que solamente tengo 10 rupias. Me contesta que el masaje son 30 rupias, por lo que prefiere dármelo gratuito sin aceptar nada a cambio. Qué momento¡¡ Impresionante. Atrás quedan los hedores, cloacas y pestilucios diversos. Este hombre ha conseguido transportarme durante unos minutos al más allá sin necesidad de un Baba personal. Esto también es India.

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2-3-2010

Posted in Viaje with tags , on 5 marzo, 2010 by viajeindia10

Hoy no es un día como los demás, aunque realmente ningún día se parece en este país ya que siempre pasa algo. En mi caso ha sido un día especial ya que por segunda vez regreso a uno de los lugares en los que el fervor religioso cobra su mayor expresión a través del color.


Un pequeño pueblo que el resto del año pasaría desapercibido ha sido hoy el escenario de la que posiblemente sea una de las mayores expresiones cromática del hombre. Un templo sirve de acogida a esta manifestación en la que cientos de personas van llegando hasta llegar a un clímax en el que el color es el dueño y señor del momento. Líquidos y polvos caen de todos los puntos del templo al tiempo que las mujeres rasgan los vestidos a los hombres para azotarles con los trapos arrancados. Los hombres, sin embargo, no pueden tocar a las mujeres, sólo empaparlas con cubos de agua coloreada.


Son muchas las imágenes conseguidas y me es difícil hacer una selección. Espero que las que he adjuntado puedan dar una idea del momento vivido durante las dos horas que ha durado la celebración.


El Holi ha terminado. Me es imposible sacar los tintes de mi ropa, aunque tampoco me importa ya que al verlos me recuerdan los buenos y especiales momentos vividos durante los últimos días. Las jornadas que me quedan en la India los dedicaré a ir  sin rumbo fijo. Dejaré que el destino me lleve.

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1-03-2010

Posted in Viaje with tags , on 4 marzo, 2010 by viajeindia10

Hasta las tres de la tarde no he salido del hotel. La ciudad se ha convertido en un campo de batalla y no merece la pena arriesgar el equipo fotográfico, sobre todo sabiendo lo que puede esperar mañana.

Por la tarde salgo un par de horas por Mathura para ver el estado en el que han quedado las calles. Las conducciones externas de alcantarillado bajan con agua de color sangre. La gente se está lavando y quitando en la medida de lo posible los colores de la piel. Además hoy he leído en el periódico los problemas que pueden derivarse de los tintes. Los colores verdes pueden llevar sulfatos, produciendo daños en la vista y cegueras; el color rojo puede contener sulfato de mercurio, siendo muy tóxico por lo que puede provocar cáncer de piel; el púrpura suele llevar yodo de cromo produciendo asma…

Ni los perros se han librado de ser pintados. Pasarán días hasta que las paredes, los suelos y los rostros de la gente adquieran la normalidad.

Un paseo por la ciudad antigua te sumerge 3 siglos en el pasado. Las construcciones, actualmente en decadencia, como gran parte del país, muestran una rica arquitectura. Puertas, balcones, ventanas y fachadas son auténticas obras de arte, pero, hay tanto para restaurar.

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28-2-2010

Posted in Viaje with tags , on 3 marzo, 2010 by viajeindia10

Color, color, color, se ve, se respira, se huele. Lo inunda todo en una expresión cromática inigualable. Un día especial en un pueblecito que ni siquiera aparece en los mapas. Nadie lo conoce a excepción de aquellos que esperan con ansiedad la llegada de este día.

Por un camino de cabras llegamos al pueblo. Poco a poco van apareciendo carros cargados hasta los topes, motos transportando hasta cuatro personas, gente a pie, en bicicleta. En medio de la aldea se ha montado una pequeña verbena rodeada de un mercadillo de baratijas.

Conforme pasan las horas la muchedumbre se va caldeando. Fervor popular o licor popular, no lo sé, el caso es que el ambiente se va encendiendo por momentos. Música, baile y… color. La gente se va concentrando en la plaza y en cualquier espacio que pueda ser pisado alrededor de ella. La temperatura de la multitud va en aumento al igual que la cantidad de polvos de colores que salen de todos los sitios. Hay que refugiarse en lo alto para evitar que los pulmones y las cámaras terminen muriendo. Sin embargo, eso no significa que uno se libre de convertirse en una especie de calidoscopio.

Al final, nos batimos en retirada en el interior de nuestro vehículo. Ha sido un milagro que pudiéramos salir atravesando una multitud que impedía nuestra salida. No sé si por el echo de ser los únicos extranjeros que había o por las dos chicas del grupo.

Es de noche y avanzamos hacia nuestro hotel refugio en Mathura. Me siento como combatiente en retirada. Mañana el Holi es en Mathura, por lo que por la experiencia de otros años, nos quedaremos en el hotel hasta que finalicen los combates callejeros con jeringas gigantes llenas de líquido de colores que nunca se quitan. Una especie de guerra química al estilo Indio. En cualquier caso, la experiencia ha sido magnífica.

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27-2-2010

Posted in Viaje with tags , , on 2 marzo, 2010 by viajeindia10

La llegada a Barsana supone un cambio radical con lo que llevamos visto hasta ahora. Una ciudad que parece anclada en la época medieval. Una belleza decadente que invita a pasear entre callejuelas de vivos colores. Los personajes del pueblo parecen agradecer con su mirada que alguien les visite, sobre todo durante sus fiestas. Aquí no hay toros ni romerías, aunque el ambiente que se crea es casi el mismo.

Nada más salir del coche somos asaltados por guerrillas urbanas provistas de toda clase de pistolas de líquidos y bombas de color. Mi cabeza, no sé muy bien porqué, parece ser un blanco perfecto. Afortunadamente las cámaras están protegidas, la mía con un protector especial, pero las de Antonio y Luciano con algo mucho más sofisticado, un rollo de plástico de los de envolver alimentos.

Turbantes de vivos colores, faldas masculinas de elegante corte, saris, vacas, perros sarnosos, palacetes en ruinas, mercadillos ambulantes, toldos y, al fondo, el majestuoso templo de Barsana.

Seguimos a la interminable hilera humana que asciende hasta lo alto. Los más necesitados son transportados en una especie de hamaca móvil llevada por dos porteadores. El fervor se hace más palpable conforme llegamos al final de las escalinatas. Alabanzas a Krishna y Happy Holi son voceados sin descanso. Por doquier caen polvos de vivos colores. Es en estos momentos cuando me doy cuenta de que no es del todo cierto aquel dicho que dice que no hay razas ni colores, sino que me miren la cabeza.

Me siento muy cansado, eran las siete de la tarde y seguía sin comer ni beber desde la hora del desayuno. Anoche me acosté muy tarde visionando las fotos y escribiendo la crónica. Al final, la una de la mañana cuando apagaba la luz. Hoy a las siete ya estaba pateándome las calles, aunque duré poco porque mi cuerpo se negó a seguir caminando sin tumbarse al menos media hora más.  Noto como si la cámara se apoderase de mis actos y movimientos, como si fuese una especie de radar que tiene que explorarlo todo. Debo contenerme y descansar, porque India agota. Son muchas sensaciones las que se reciben continuamente, unas muy buenas, pero otras muy, muy malas.

Mañana nos dirigiremos a Falen, otro pueblecito que celebrará su gran fiesta con mucho color y una gran hoguera que será atravesada por un hombre desnudo, una especie de santo que aquí se llama Panda.

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